MAL SUEÑO EN GRANADA

Un caluroso día de verano, la casualidad —o el destino— quiso reunir a Amelia y Florian en Granada, durante una visita al fantástico conjunto histórico de La Alhambra. Ella, 32, una exitosa ingeniera española, socia de un emprendimiento tecnológico, independiente, soltera. Él, 42, un historiador alemán radicado hace 10 años en España, separado y muy solitario. La espontánea afinidad los lleva a compartir toda la jornada de sábado hasta muy entrada la noche. Cuando su relación llegaba a la cúspide del amor físico, ella lo rechaza a él brutalmente, dejándolo destruido y desconcertado.

 

Pero, para intriga del lector, Amelia huye al día siguiente, llena de aflicción, a Málaga, donde conoce a Miguel, español de 36, comerciante, en una sórdida situación que la lleva a hacerse dependiente y, luego, amante de este. A esas alturas no entendemos qué la pudo hacer rechazar al primero y, luego, subyugarse al segundo.

 

De boca de los tres personajes, vamos conociendo la intrincada madeja que soporta el espíritu de Amelia, dominado por un secreto que arrastra desde su adolescencia. Tal es su incertidumbre mental que, pasado un año entregada a Miguel, vuelve a contactar al alemán. Éste, de alma noble y aún enamorado de ella, acude en su auxilio, para ser nuevamente rechazado.

 

Poco a poco se va desenrollando la trama y vamos conociendo la pesada cruz que ella ha acarreado durante su vida y que la ha llevado a degradarse en extremo. 

 

 

¿Dejará ella el tórrido amor físico que le proporciona Miguel? ¿Podrá la persistencia de Florian descubrir el trauma que la aflige?